El presidente de AndalucíaEScoop, Juan Rafael Leal Rubio, ha publicado el siguiente artículo en un especial de la revista Andalucía Económica dedicado a las cooperativas
La legislación andaluza define a las cooperativas como sociedades participativas que asocian a personas físicas o jurídicas que tienen intereses o necesidades socioeconómicas comunes, para cuya satisfacción y en interés de la comunidad realizan cualquier actividad empresarial, con arreglo los principios de libre adhesión y baja voluntaria de los socios, igualdad de derechos y obligaciones, estructura, gestión y control democráticos y participación de los socios en los resultados en proporción a la actividad desarrollada. Estos valores de igualdad y democracia en la gobernanza, con lo que conllevan de equidad y sostenibilidad, son a menudo presentadas como lastre para la competitividad, cuando en realidad son fortalezas que hacen a las cooperativas empresas tremendamente competitivas, capaces de afrontar situaciones de adversidad y cambio continuo, como exige la economía actual.
La Constitución Española establece en su artículo 129.2 que los poderes públicos promoverán eficazmente las diversas formas de participación en las empresas y fomentarán, mediante una legislación adecuada, las sociedades cooperativas. Es por eso que se benefician de ventajas fiscales, como un gravamen especial del Impuesto de Sociedades al 20% con la posibilidad de acogerse a bonificaciones del 50% en algunos supuestos, exenciones en el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, bonificaciones en el Impuesto de Sociedades y el IBI rústico, ventajas en las amortizaciones, o que no se requiera un mínimo económico para la aportación de capital social, entre otras.
Podría pensarse que esta situación fiscal y societaria constituye por sí misma una ventaja competitiva determinante a favor de las cooperativas. Sin embargo, siendo importante, son los valores y principios propios de la empresa cooperativa los que constituyen su principal fortaleza. Son la implicación y el compromiso de los socios, que poseen la empresa y la gestionan de forma democrática, lo que aporta el valor diferencial.
En los últimos años, las circunstancias de máxima exigencia que han determinado la actividad económica han demostrado que el modelo cooperativo es un modelo de éxito. En el Covid, las empresas cooperativas resistieron mejor que la media. Y en el contexto post pandemia, marcado por la incertidumbre, la complicada coyuntura internacional y los elevados tipos, las cooperativas siguen demostrando su competitividad: el cooperativismo andaluz es líder a nivel nacional en número de empresas, facturación y empleo. Por un lado se confirma un crecimiento sostenido del número de cooperativas de trabajo, consumo, vivienda y todo tipo de servicios, con emprendedores que encuentran una fórmula de emprendimiento que responde a sus aspiraciones y necesidades. Y por otra parte, las cooperativas agroalimentarias siguen progresando en procesos de concentración para ganar músculo y fortaleza para competir en los mercados internacionales.
Las cooperativas son el motor y el corazón de Andalucía. La comunidad cuenta con más de 5.000 empresas cooperativas, que le aportan más del 10% del PIB (por encima de los 16.000 millones de euros) y más del 12% del empleo (con más de 350.000 socios cooperativistas y 80.000 empleos). Están presentes en todos los sectores de actividad y el 85% de los municipios. Hay más de una veintena de cooperativas entre las 100 mayores empresas de Andalucía, y también hay más de veinte cooperativas en el ‘top 100’ de exportadores. La innovación, además, forma parte del ADN cooperativo. La fórmula cooperativa es válida tanto para una gran empresa agroalimentaria o de servicios como para una startup.
El cooperativismo es además un factor clave en el equilibrio territorial de Andalucía, evitando la despoblación, reteniendo talento y contribuyendo al desarrollo sostenible social, ambiental y económico. Hay cooperativas que tiran del carro de localidades y hasta de comarcas enteras. No porque sean grandes empresas, que lo son, sino por lo que tienen de suma de esfuerzos de miles de socios.
Así que quienes cuestionan el modelo cooperativo por poco efectivo, soñador y utópico se equivocan. Son precisamente los valores sobre los que construimos nuestras empresas los que nos hacen más fuertes, más resilientes. Más competitivos.